miércoles, 10 de marzo de 2010

Cómo se tiene una idea?


“Creamos el mundo con nuestros pensamientos”
Buddha.

“El artista rompe las reglas que aprendió. Nunca nada memorable salió de una fórmula”. Bill Bernbach.

Todo vale.
Se puede parir una idea por puro profesionalismo. Uno se sienta al teclado y escribe. La idea siempre va a salir, pero suele ser una pobre idea, una idea desapasionada.
La otra manera es transformar al problema en el centro del pensamiento.
Uno hace otras cosas, va al cine, charla con amigos, hace el amor, toma un baño turco, pero, y sin dejar de estar metido en eso que uno está haciendo, una pulsión interna está actuando paralelamente a cualquiera de esas actividades y trata de tomar de ellas datos para resolver el problema y parir la idea.
Es un proceso que no tiene tiempos establecidos. Es el camino difícil, en el que uno intenta tener una idea excepcional, aún cuando nunca la consiga.
Puede ocurrir en horas, dias, meses. Y cuanto más complejo es el problema a resolver, cuanto más extraordinaria tiene que ser esa idea, cuanto más profundo es el compromiso del creador con su problema, más doloroso es ese proceso.
Pero ese dolor se paga con satisfacción cuando la idea ve la luz.
Voy a contar una historia íntima que relata una experiencia que tuve.
En 1988 concursaba en contra de otra agencia por una campaña para lanzar El Ciudadano, una revista alfonsinista. Por motivos de orgullo personal no podía permitirme perder ese concurso y me metí de lleno en el proceso.
Hacía cerca de una semana que estaba inmerso en él y la fecha de presentación de la campaña se acercaba peligrosamente.
Una dia de esos tuve un encuentro en un hotel con A., una hermosa mujer  que me atraía mucho y en pleno trámite apasionado traté de recordar algo y le pregunté jadeando cómo era el preámbulo de la constitución argentina. Ella, fuera de la realidad y sin percibir lo ridículo e inoportuno de mi pregunta, me susurró “nos, los representantes…” frase que no terminó ya que seguimos en lo que estábamos haciendo con tanto placer.
Es que el proceso creativo me había hecho recordar justo en ese momento que Alfonsín, durante su campaña presidencial, recitaba ese preámbulo en lo que el llamaba “un rezo laico”.
Cuando volví a mi oficina escribí de un tirón el comercial de lanzamiento de El Ciudadano, en el que los periodistas en su cuadra de redacción, recitaban a cámara algo así:
” Nos, los periodistas de El Ciudadano, reunidos en la redacción, por voluntad y elección propia, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino; fundamos y establecemos esta revista para todos los habitantes de la Nación Argentina.”
No hace falta decir que gané la cuenta.

4 comentarios:

La condesa sangrienta dijo...

¿Esta historia no será una idea suya para vender la publicidad de un telo, no?

jorge schussheim dijo...

Muchachita mia: está bien que la patria sea un quilombo, pero...

Mario Alberto Manuel Vázquez dijo...

No biscar solamente la idea, seducirla, hacerle el amor, poseerla... Hasta que no sepamos si es nuestra idea o somos nosotros los poseídos por ella.

jorge schussheim dijo...

Es importante esa diferencia, en tanto la idea y uno mismo se vuelven idéntica cosa?