La censura de los regímenes autoritarios siempre fué más fácil de eludir que la de los clientes, probablemente porque los censores oficiales actúan con celo ideológico o religioso, en cuyos casos la indignación no les deja ver bien qué es lo que tienen que censurar.
Los clientes, en cambio, son movidos por nada más que sus intereses o posiciones en la empresa, con lo que se comportan friamente y sin mezclar jamás sus opiniones personales con las empresariales.
El propio don Luis Buñuel, sacrílego por vocación y gusto y padrino de mi sobrina Maia Fernández Schussheim, me enseñó su habilísima manera de eludir la censura estatal mexicana.
Don Luis tenía filmado un culo. Un bellísimo y desnudísimo culo femenino en gran primer plano. Y cuando intuía que una escena le iba a ser censurada, le insertaba el plano del culo inmediatamente antes.
“-Entonces, contaba don Luis- al ver los censores el culo, se ponían rojos de ira, volteaban hacia mí, que siempre me sentaba adrede detrás de ellos, y me exigían que cortara esa blasfemia. Mientras tanto la escena que yo quería que fuera aprobada pasaba sin que se apercibieran.
Ese culo fué mi tabla de salvación en no sé cuantos filmes”.
Usé varias veces esa técnica para salvar el relato de comerciales de telas Estexa en el que muchachas desfilaban en poses que entonces se consideraban eróticas, durante el Onganiato y la última dictadura.
2 comentarios:
Según podemos ver en las pantallas argentinas últimamente, el culo sigue siendo una buena manera de disimular la falta de talento y desviar la atención.
(me encanta el nuevo blog, felicitaciones por la apertura)
Mi querida Condesa: usted es un bombón.
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